Bitcoin y Criptomonedas
Dr. Juan Ignacio Graziano
Un comienzo rodeado de misterio fue la carta de presentación del Bitcoin, allá por el 2008. Un fundador desconocido, de origen japonés, Satoshi Nakamoto, al que nadie conoce ni vio jamás, fue quien escribió un documento que se terminó convirtiendo en la piedra fundacional de las criptomonedas (“A peer to peer electronic cash system” o un sistema de dinero electrónico de igual a igual), circunstancias todas que con el tiempo terminaron dándole un inicio marketinero y cargado de adrenalina al Bitcoin, al estilo de las películas de James Bond.
Pero, ¿Qué es el Bitcoin? O mejor aún, ¿Qué son las Criptomonedas? Para entender estos conceptos, primero hay que acudir a la idea de dinero físico (fiat, en latín), dinero de curso legal, o dinero estatal, todos sinónimos. Los estados soberanos, tienen (o tenían) el monopolio de la emisión del dinero legal en los respectivos países. Estructurado a través de instituciones como los bancos centrales, controlan la emisión, circulación, tasas de interés, etc, de cada moneda nacional (peso, dólar, euro por ejemplo).
Este mecanismo es un atributo de la soberanía, en paralelo a que coadyuva a cumplir otros fines gubernamentales como: prevenir delitos, contener la inflación (no comments), evitar la falsificación de la moneda, entre otros.
Este fue el paradigma reinante hasta no hace mucho tiempo.
¿Qué sucede con el dinero electrónico o criptomonedas? Son creaciones individuales de representación de valor digital. Así. Cada criptomoneda tiene su plataforma tecnológica de respaldo, bitcoin cuenta con blockchain, ether con etherium, iota con the tangle (la enredadera, en español). Sirven y se utilizan lo que los usuarios o individuos declaren como tal. Esta convalidación se traduce en transacciones, aceptación como medio de pago, envíos de dinero digital, utilización de la misma como refugio de valor (ahorro), o bien inversión financiera. Es decir, poseen, por tener el grado de consenso suficiente en los ecosistemas digitales, aceptación en cuanto a su usabilidad.
La particularidad, entre otras, que tiene este tipo de dinero electrónico, es su falta de regulación gubernamental desde el origen. Esta característica, si bien se está modificando rápidamente (los gobiernos advierten que es un vehículo para lavar dinero, o bien para financiar el terrorismo), fue la carta de presentación y lo que quizás volvió tan atractivas a las criptomonedas en un comienzo.
Tan es así que, actualmente existen más de mil criptomonedas en el mundo, y toda esta euforia desembocó en una escalada de precios del bitcoin puntualmente, cuando llegó a más de u$ 19.000 por unidad de BTC, en Diciembre de 2017. Esta burbuja financiera, ya experimentada muchas veces en la historia de la humanidad, terminó como era de esperarse: destruyendo valor y arruinando vidas y proyectos personales por tener una codicia sin límites ni raciocinio alguno.
Pero volvamos a lo novedoso del asunto, que es el motivo de la columna, y no tiene nada que ver con la especulación financiera.
Las criptos también nacen en el marco de otra crisis que se dio en el mundo en el año 2008, en este caso la burbuja financiera e inmobiliaria (a través de la hipotecas sub prime), y que ordenó a reconfigurar el sistema económico internacional. De manera subterránea y reflejando un descontento con esta situación, nace este tipo de dinero, que entre sus premisas iniciales estaban la ausencia de gobiernos, el hecho de que nadie tiene enteramente el monopolio de su emisión, y la esperanza de que estarían exentas de distorsiones como la inflación, la devaluación, sobrevaluación, etc.
¿Hacia dónde va el mundo de las criptomonedas? ¿Tendrá un grado de aceptación que reemplace al dinero tal cual lo concebimos hoy en día? ¿Aceptarán los gobiernos este tipo de dinero digital? Son todas preguntas para las que hoy no tenemos respuestas, pero por las dudas estimados lectores, vayan observando que comercios o instituciones aceptan bitcoins....
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