Un Pastor incomprendido que rezó por nosotros - Pablo Strafaccio

Por Pablo Strafaccio
Despedimos a quien en vida fuera Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, un hombre cuya vida y ministerio impactaron medularmente no solo a la Iglesia Católica sino al mundo entero, a quienes profesamos esta Fe e inclusive a aquellos que no.
Este hombre, hijo de la tierra argentina, caminó entre nosotros como un pastor y encarnó la esencia misma de las enseñanzas de Cristo.
Nos recordó, como fue escrito en Mateo 25:40 lo que le hagas al más pequeño de mis hermanos me lo estarás haciendo a mí.
Él vivió esta verdad, extendió permanentemente su mano a los marginados, a los olvidados y quienes sufren, recordándonos nuestra humanidad compartida.
Su profunda y sincera devoción a la Virgen María, figura central en su espiritualidad, se manifestó como un eco constante del Magníficat. "Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se llena de gozo en Dios, mi salvador" (Lucas 1:46-47).
Francisco encontró en ella amparo y guía, buscando su intercesión y nutriéndose de su fe y amor maternal.
Se esforzó por construir una Iglesia sinodal, una Iglesia que escuchara, caminara junta y abrazara la diversidad del pueblo de Dios.
Una iglesia que hacía lío, que incluía, que construía, que incorporaba, que perdonaba inclusive a sus peores detractores.
Eso es lo que Francisco nos pedía con su frase “hacer lio” y eso es, ni más ni menos, lo que con su ejemplo él nos regaló.
Buscó derribar muros, fomentar el diálogo y promover la unidad entre todos los cristianos y personas de buena voluntad. En palabras de Juan 17:21, "para que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros", resonaron profundamente en sus esfuerzos y su labor pastoral.
A lo largo de su vida, Jorge Mario Bergoglio, Francisco, desarrollo las siete virtudes celestiales:
* Humildad: al abrazar la sencillez y rechazar sistemáticamente la pompa mundana.
* Caridad: Su amor por los vulnerables fue un sello distintivo de su ministerio.
* Amabilidad: Extendió una mano de amistad a todos, empezando por sus detractores.
* Paciencia: Navegó desafíos complejos sin esquivar ninguna tormenta.
* Templanza: Vivió una vida de moderación y diálogo
* Castidad: Defendió la vida desde su concepción y a la vida familiar en todas sus formas.
* Diligencia: Trabajó incansablemente ganándose el pan con el sudor de su frente.
Su partida, ocurrida en el lunes del ángel, posterior a la celebración de la Pascua en este año de Jubileo, nos invita a reflexionar sobre el misterio de la vida.
Mientras lamentamos su fallecimiento, celebremos también su vida, su obra y su legado.
Como creyente elevo una sentida oración en su memoria y le pido a la virgen que lo reciba con el mismo amor que el nos regaló a todos nosotros.
Recemos por Francisco, quiera Dios que él siga rezando por nosotros.
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