Diálogos con la almohada - Como surfear los fanatismos y no ahogarse en el intento

¡Uff!, que turbulento el mes de junio… cuanta irritabilidad, no hay respiro…
Milei contra los periodistas, el PRO enfrentado y a la vez negociando con La Libertad Avanza como si tuvieran doble personalidad, los radicales de Santa Cruz que cuando aparece en el horizonte una elección se sienten salir del coma inducido, Milei contra los economistas de otro signo político, Rosemblat versus Wiñazki, Wanda algo más tranqui, Milei contra … pará, Milei se pelea con todos… me parece que esta película ya la vi.
Pero no nos vayamos de foco, no sea cosa que me duerma antes de terminar la columna…
Sin lugar a dudas la condena a Cristina se llevó todos los laureles en la competencia de cómo aumentar la grieta, que si bien nunca dejó de existir parecía un tanto atenuada en las formas, pero no, allí estaba y se hizo presente con absoluta potencia.
No soy de los que se pone contento por el fallo ni de los que alzan el dedo… (mejor usemos otro ejemplo, está muy fresco aún el Beto en tiempos de pandemia) ni de los que claman venganza ante la injusticia de la justicia (otra contradicción, pero no hay que olvidar que vivimos en la Argentina).
En tiempos de periodistas ensobrados (al menos así nos ven la mayoría de los oficialistas y de la principal fuerza de oposición) tomar partido sería redituable, pero no es el caso, el periodismo no es para eso aunque pueda haber muchos confundidos, vos me conocés.
Como ciudadano su detención tampoco me mueve la aguja (ojo, el tema es relevante, pero no afecta mi día a día), por lo cual ponerme de un lado o del otro de la grieta sería muy hipócrita y a la vez, una distracción de aquellas cosas que sí me la mueven pero hacia el lugar donde se ubica el surtidor de los indicadores de nafta en los autos.
Con la inflación a la baja persisten registros de aumentos por encima de esos números con lo cual hay que estirar el salario para cubrir todos los frentes. No lo tomes como una crítica al gobierno por favor, es tan solo una observación de la realidad que por lo que charlo con la gente y veo en los diarios le pasa a más de uno.
Pensándolo bien, este podría ser un tema movilizador de reclamos sociales y políticos genuinos y transversales, pero salvo las marchas de los miércoles no hay mayores vestigios de rebeldía en las organizaciones sindicales ni en la comunidad, producto quizá de la esperanza que más adelante todo mejore y haya que tener paciencia, o de un posicionamiento político partidario destinado a no hacer olas por las dudas que los tapen.
Para algunos nuestro país es una calesita que nunca para, 24 por 7 en funcionamiento, en ocasiones pasa algo que representa el momento en que nos hacemos de la sortija que nos llena de alegría, pero la mayor parte del tiempo es alejarse y volver a pasar por el mismo lugar, una y otra vez, sin mayores recompensas.
En lo que a mí respecta me identifico más con el péndulo, se mueve hacia uno y otro lado a una velocidad superior al giro del carrusel y parece que en esa inercia destruye todo a su paso, por momentos sentimos que estamos firmes, la sensación se diluye, volvemos a caer y casi sin darnos cuenta, llegamos al otro extremo.
No hay respiro che.
En el medio de este vértigo de mayorías segmentadas en uno u otro sector ideológico, hay quienes desean fervientemente y con mucho esfuerzo (por el momento lo logran) no dejarse arrastrar por la corriente.
Son los bichos raros de una sociedad partida entre los cuales me incluyo (tanto como periodista como ciudadano, no me puedo escindir) que hacen malabarismos para que una discusión política no deteriore aún más vínculos afectivos que vienen de años, relaciones laborales que cotidianamente debemos mantener, cuestionamientos de lectores que intentan arrastrarte para su molino.
Está difícil la cosa, pero por suerte, cuando llego a la cama y charlo con vos, aunque no me contestes, libero tanta tensión para poder levantarme al otro día con energías suficientes y llevar adelante la vida cotidiana, que debería resultar más sencilla pero que de un tiempo a esta parte, se siente tan tortuosa…
Que no puedas hablar garantiza que mi charla se mantendrá en la más absoluta reserva, obvio que no hay nada para ocultar, pero por las dudas, nunca se sabe…
Me está agarrando sueñito…. Zzzzzzzzz.
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