Genocidio para todos - por Claudio Cirille

Genocidio para todos - por Claudio Cirille

En 2018 murieron 1 millón y medio de personas en el mundo por tuberculosis, a pesar de contar con  tratamiento y vacunas desde hace mucho tiempo, incluidas dentro de los planes nacionales obligatorios de vacunación en muchos países.

No obstante, se encuentra lejos de ser erradicada porque está íntimamente ligada a la pobreza, el hacinamiento, la malnutrición y la polución, generadas y no resueltas por quienes dicen cuidar nuestra salud.

Pero además, si hiciéramos la reacción de Mantoux a la población, descubriríamos que un elevado porcentaje daría resultado positivo, lo que indicaría que han estado expuestos y en contacto con el bacilo de Koch, productor de la enfermedad, pero sin haberla padecido ni enterado de tal situación, dado que su sistema inmune, debidamente competente, ha impedido su expresión, tal como sucede habitualmente con todos los gérmenes a los que estamos cotidianamente expuestos, sin que esto altere nuestra vida habitual.

En 2016 murieron 1 millón ochocientas mil personas en el mundo por HIV/SIDA, sin haber logrado una vacuna confiable y segura en 40 años, pero si tratamientos con buenos resultados.

Cada año mueren 200 mil niños menores de 5 años por bronquiolitis, sin haber logrado en muchos años hasta la fecha ninguna vacuna segura ni tratamiento específico.

En 2019 murieron en Argentina 32 mil personas por gripe y neumonía.

Ante estos datos, (no opiniones), la pregunta inevitable es ¿por qué no se declararon pandemias, encerrando a toda la población mundial por tiempo indeterminado, paralizando la vida humana tal como la conocemos, hasta haber logrado vacunas que las eliminen para siempre?, ¿por qué ahora, ante el COVID 19, si nos proponen esta “estrategia”?

Para responder a estas preguntas es necesario analizar algunas cuestiones insoslayables:

Aún no se ha aislado el virus de pacientes sospechosos; la PCR es inespecífica, por lo cual tiene más del 50% de falsos positivos; el 95% cursan cuadros similares a resfríos leves y se recuperan espontáneamente; sólo el 5% requiere internación; la mortalidad promedio es del 0,2%; una PCR positiva sólo indica que la persona ha estado en contacto con un patógeno (no necesariamente el llamado COVID19), sin implicar que esté enfermo; todos los fallecidos presentaban enfermedades concomitantes previas, siendo más susceptibles a complicarse ante el contacto con cualquier patógeno por lo cual han muerto CON COVID19 y no POR COVID19; durante este tiempo se han logrado buenas respuestas a tratamientos con ibuprofeno inhalatorio, corticoides, anticoagulantes y otras drogas conocidas largamente y económicas.

A pesar de todo esto, confirmado y divulgado por científicos de prestigio internacional tales como Pablo Goldschmidt, Ioannidis, Roxana Bruno, virólogos e inmunólogos con indiscutibles antecedentes académicos, se nos propone una cuarentena estricta y extensa, generalizada, incluyendo a la población inmunocompetente que no pertenece a ningún grupo de riesgo, todo esto sostenido por una amplia campaña mediática que sólo transmite terror, traslada el peso de la responsabilidad en la población, pronosticando una catástrofe de gran magnitud ante la mínima desviación de las restricciones impuestas coercitivamente.

Hasta el momento de escribir esto el resultado es que han demorado la resolución espontánea de un  proceso natural bajo el pretexto de llegar al peor momento mejor preparados o contando con una vacuna, cosa que no ha ocurrido, teniendo más muertos que los países que criticábamos por sus cuarentenas “laxas”, y que actualmente no presentan rebrotes.

Llegados a este punto es necesario comprender aspectos que exceden largamente lo estrictamente sanitario, a saber:

En la década del ’80 la Organización Mundial de Comercio (OMC) declaró a la medicina como un actividad comercial, igual a cualquier otra; la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes sostenida por los Estados miembros, ahora se financia en buena medida con aportes de corporaciones privadas, tales como la Fundación Bill y Melinda Gates, laboratorios productores de medicamentos y vacunas, etc; tanto en la OMS, como en gobiernos, entidades científicas, organismos de control (FDA, CDC, ANMAT, CONICET), ministerios y cancillerías, existen funcionarios públicos con inocultables conflictos de intereses por integrar directorios de las empresas que deberían controlar, poseer participación accionaria, recibir sobornos, dádivas, etc.; poderosos miembros y voceros de corporaciones multinacionales tales como Bill Gates, Rockefeller, Kissinger, etc., han manifestado en reiteradas oportunidades sus deseos de reducir la población mundial a expensas de lo que dieron en llamar los “comensales inútiles”, es decir, pobres tercermundistas, manipulando alimentos y vacunas, cuyos mercados ellos controlan; los países pobres, corruptos, ricos en recursos naturales, (como la Argentina), pagan sus deudas entregando dichos recursos, incluyendo la soberanía, la salud y hasta la vida de sus pueblos.

Teniendo en cuenta todo esto, podremos comprender varias situaciones que están ocurriendo actualmente en nuestro país.

Normal, e históricamente, desarrollar una vacuna lleva muchos años, y ni aun así muchas veces se logra obtener una que sea segura y confiable, como ya fue mencionado en el caso del HIV (40 años sin lograr dicha vacuna). Esto es así porque una vacuna debe cumplir durante su etapa de desarrollo una serie de pasos conocidos como “postulados de Koch”, a fín de lograr las mayores seguridades posibles y disminuir al máximo los riesgos al momento de usarlas en humanos. Pese a que esto es ampliamente conocido, o debería serlo por las autoridades sanitarias, se nos propone como única solución posible una vacunación generalizada y compulsiva, (según la legislación vigente), con diversas vacunas que no cumplen con las etapas mencionadas, salteándolas con la excusa de la “urgencia”, incumpliendo con el esencial “principio precautorio” que prescribe que, ante la menor duda de su efectividad, beneficios e inocuidad, debe prevalecer el criterio de “primero, no dañar”(es decir, que el no hacer nada es preferible a correr el riesgo de utilizarlas sin las debidas medidas y etapas de seguridad). Todo esto, con el agravante de que la primera que han anunciado en nuestro país, es producida con material genético artificial, desarrollado y manipulado en laboratorio, sin tener conocimiento de sus efectos a mediano y largo plazo, con lo cual pasaríamos a ser como los Organismos Genéticamente Modificados (OGM o vulgarmente conocidos como “transgénicos”), pasibles de sufrir alteraciones epigenéticas en nuestro genoma, con posibles desarrollos de cáncer, enfermedades autoinmunes, disrupciones endócrinas, malformaciones congénitas, esterilidad, partos prematuros, abortos espontáneos, etc. Dichos cambios, además, podrán ser transmisibles a la descendencia e irreversibles, no tratables.

Todo esto debería encender nuestras alarmas, máxime teniendo en cuenta que muchos pacientes vacunados enferman al entrar en contacto con los patógenos en estado natural; que en soldados estadounidenses vacunados previamente contra la gripe se encontró que tenían un 36% más de probabilidades de enfermarse con COVID19, debido a un proceso conocido como “interferencia viral”; que Alemania, (que es un país en donde sí se preocupan de chequear los efectos de las vacunas), han reportado 80.000 muertes de pacientes por causa de vacunas, y que el Instituto Robert Koch, entidad científica de primer nivel y prestigio a nivel mundial, ha emitido un comunicado oficial manifestando que hasta la fecha no cuenta con ninguna evidencia científicamente confiable como para aconsejar la vacunación masiva e indiscriminada de la población contra el COVID19.

Ahora bien, según las autoridades, nos encierran y restringen nuestros derechos constitucionales decretando una cuarentena, (figura jurídica inexistente con entidad legal como para justificar tales medidas), que son más propias de un Estado de Sitio, para el cual no están dadas las condiciones que lo convalidarían, con el argumento de que estamos siendo asolados por una zoonosis natural, (no provocada ni planificada), de magnitudes pandémicas. Cualquier ignorante, medianamente informado, se entera de que las zoonosis son favorecidas por los daños medioambientales.

Ante esto, las autoridades no hacen lo necesario para evitar ni combatir los múltiples incendios que están devastando miles de hectáreas en nuestro país (existiendo, incluso, la fuerte sospecha de que muchos de ellos sean intencionales); durante la plena vigencia de la cuarentena permiten que continúen actividades extractivistas tales como la deforestación, el fracking, la megaminería a cielo abierto, el uso de OGM y sus agrotóxicos asociados, etc. Todo ello en complicidad y sociedad con las corporaciones multinacionales, ya sean privadas o imperiales, de las cuales nuestros funcionarios son socios/cómplices menores. Para que no queden dudas del rol que juegan, en medio de esta situación que ellos mismos no dudan en llamar tragedia, firman acuerdos para construir mega factorías productoras de cerdos, dado que China ya no quiere criarlos en su propio territorio luego de tener que sacrificar millones de ellos por haber enfermado por zoonosis; anuncian el proyecto AgTech para profundizar el modelo del agronegocio tóxico mientras, cínicamente, crean la Dirección de Agroecología, incurriendo en flagrante contradicción, con lo cual, tenemos derecho a asumir que alguna de las 2 medidas es mentirosa y constituye una inicua burla al pueblo. Es decir que, en suma, están haciendo todo lo posible para exponernos a futuras y próximas zoonosis, cada vez más frecuentes y, eventualmente letales, dado que de continuar así la población se encontrará más inmunodeprimida y vulnerable ante agentes patógenos.

Por todo lo dicho, no sería exagerado decir que lo que conocíamos por República Argentina ha pasado a ser una provincia periférica de las multinacionales y los imperios; lo que llamábamos pueblo ha quedado reducido a rebaño irrelevante; lo que antes conocíamos por Estado, ahora es un feudo medieval; y lo que se autodenomina “gobierno nacional y popular”, al igual que sus predecesores denostados por OLIGARCAS, (con justa razón, por su condición de tales), podemos pasar a llamarlo “asociación ilícita de MEGA GARCAS”, (para darles mayor jerarquía), ya que como lacayos en venta de los poderes hegemónicos que dicen repudiar y combatir, han puesto al lobo a cuidar del rebaño, entregándoles el negocio de “remediar” los estragos producidos por ellos mismos mientras, paradójicamente, hacen sus negocios depredadores y ecocidas, o sea, genocidas. El negocio perfecto: primero se enriquecen enfermándonos y matándonos, y luego, “curándonos”. No sería extraño que fueran los dueños de las funerarias y los cementerios. Salvo que padezcamos de una irremediable ingenuidad patológica, es muy difícil, por no decir imposible, creer que esto sea producto de ignorancia, estupidez o impericia.

Para finalizar, estimado y sufrido lector, ¿usted confiaría su salud, su vida y la de sus seres queridos en manos de imperios como China, EEUU, o el que estuviera de turno, las multinacionales que los controlan, tales como Bayer/Monsanto, Syngenta, Pfizer, Glaxo, Merck, Sanofi Pasteur, Bill Gates, Soros, Rockefeller, Rothschild, con sobrados y documentados antecedentes criminales, con la “ayuda desinteresada” de nuestros cipayos vernáculos desde cargos en los ministerios de agricultura, ciencia y tecnología, cancillería, con el aval y conocimiento del más alto nivel de decisión? Si es así, bienvenido al proyecto Nazi “GENOCIDIO PARA TODOS”; si no, esperemos que algún día, aunque sea por error involuntario, el pueblo los demande.

 

                                     CLAUDIO MARCOS CIRILLE

Medico Mat. Pcial. 834

                                              DNI: 16.473.164