DUKI: CALL ME MAYBE
Duki se emociona al final de la rueda de prensa. Se ha sentado en el mismo lugar en el que Carlo Ancelotti, técnico del Real Madrid, analiza el porvenir de su estrategia táctica y balompédica. Su madre Sandra le efectúa la última pregunta de un más que afable cuestionario periodístico. Lo del rapero argentino es una celebración, no tanto un evento con fines laborales.
Los aplausos visten la sala en más de una ocasión junto con las elásticas de la Selección Argentina. Siempre con el dorsal de Maradona. “Yo ya tengo la respuesta, pero me gustaría saber si vos, a esta altura de tu carrera, te das cuenta qué te distingue y por qué llegaste acá”, le dice ella.
Las lágrimas nublan el discurso del cantante durante un par de segundos, pero se recompone: “Sigo siendo la misma persona que era. No sé si soy famoso o no, pero les juro que soy la persona más libre del mundo”, dice emocionado.
De nombre Mauro Ezequiel Lombardo (Buenos Aires, 1996), Duki es el primer argentino en pisar el ‘nuevo’ templo blanco como misa de conciertos. Actúa después de las secuelas emocionales que Taylor Swift ha dejado a más de 130.000 swifties con su The Eras Tour. “No es fácil”, ríe ante las cámaras de Infobae España.
“Esto es algo histórico, es dejar tu firma en un mural de gigantes”, responde.
El artista viene de hacer historia en el Monumental, el estadio de River Plate en el que aunó a más de 150.000 seguidores durante dos jornadas enmarcadas en la épica. El Bernabéu es otro tipo de caldo de cultivo. “Hay mucha gente de Argentina que me quiere mucho que vino a verlo”, dice del show.
“Es una noche única e increíble, River me ayudó a disfrutarlo más”, explica sobre la acogida del fandom. A Duki le brillan los ojos casi tanto como el colgante de la letra ‘D’ que viste su cuello. “Flipando”, entona al más puro estilo Chamberí.
Tras Madrid, llegará Milán, París, Berlín y Londres. Cuatro ciudades desconocidas que le permitirán gozar de un ambiente más “chico y cercano”. Nada define mejor a una auténtica superstar que su afán por mantener ciertos aspectos de su timidez más profunda. Estas paradas son clave para artistas como el argentino, pues “generan esa ansiedad linda de saber cuánto podés crecer y permiten renovar el espíritu”.
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