RAYUELIZADOS- por Romualdo Prebisch

RAYUELIZADOS- por Romualdo Prebisch

Romualdo Prebisch nos invita a pensar de la mano de un genio de la literatura.

Mirá vos, Rayuela salió en el ‘63 y todavía sigue haciendo quilombo.

El flaco Cortázar, un tipo alto como los rascacielos de París, se mandó una novela que no era novela ni quería serlo: era un laberinto con bandoneón, una especie de truco literario donde el lector tenía que barajar y dar de nuevo.

No se leía de corrido, sino a los saltos, como quien juega a la rayuela en la vereda, esquivando los casilleros del sentido común.

El tipo inventó el “click antes del click”: el hipertexto antes del mouse.

En vez de hacer scroll, pasabas de un capítulo al otro según un tablero que él mismo te tiraba, medio en broma, medio en desafío.

Cortázar la vio venir: sabía que la lectura se iba a volver un zapping cósmico, que el futuro lector sería más un navegante que un devoto. Así que Rayuela es la vieja internet en blanco y negro, con mate y cigarrillos Gauloises.

Y no es poca cosa que un argentino haya armado semejante bardo desde París, mientras Europa se venía abajo entre guerras frías y existencialismos tibios.

En ese quilombo global, el faro no estaba más en el Sena sino en el Río de la Plata. Rayuela mostró que el destino latinoamericano no era ser colonia cultural, sino faro —aunque medio roto, de esos que alumbran con intermitencia y poesía.

Hoy, entre memes, redes y algoritmos, el flaco Cortázar se reiría: los pibes leen fragmentos, los textos se mezclan, y todos jugamos a la rayuela digital sin darnos cuenta.

Europa implosiona en sus nostalgias, y acá abajo, entre mate y tango, seguimos saltando casilleros, buscando el cielo con una piedrita en la mano.