La Argentinidad hecha Tabla de Quesos - Carlos Herrero Fromagelier

Carlos Herrero
Fromagelier
Conmemorando el mes de la Tradición, me puse a pensar en el artículo que les iba a escribir y me preguntaba: ¿hay algo más argentino que el Obelisco de Buenos Aires, la chacarera, el mate, Messi, el glaciar Perito Moreno, el asado o la clásica picadita mientras miramos un partido de la Selección?
Seguramente que sí, porque a cada uno se le vendrán a la memoria unas cuantas más. Sin embargo, esta vez vamos a llevar nuestra argentinidad a otra dimensión, a otra magnitud … te voy a enseñar a armar una exquisita y completa Tabla de Quesos con la que te vas a distinguir entre tus amigos o tu familia. Y en lugar de pedir un aplauso para el asador, ¡van a querer que este ritual quesero se repita una y otra vez!
Comencemos con algunos Consejos Esenciales para una Tabla Perfecta
- Cantidad por Comensal: Se estima unos 150 gramos si el queso será el gran protagonista, pero si la vamos a hacer para un aperitivo o un postre, se calcula entre 80 y 100 gramos por persona.
- Variedades: Lo ideal es ofrecer entre 5 y 8, esto permite degustar bien cada tipo de queso sin saturar el paladar con una invasión de sabores. También nos abre la imaginación para elaborar una tabla que no sea aburrida, ya que elegiremos quesos procedentes de distintos animales, con diferentes texturas, tiempos de maduración y tipos de corteza.
- Maridaje: Un buen compañero de la tabla es un maridaje equilibrado. Podés elegir la bebida por similitud o por contraste respecto de la intensidad de los quesos. ¡Ahí está lo lindo de combinar! Encontrarte con sabores inesperados que generen un verdadero estallido en la boca.
Luego seguimos con el Ritual de la Degustación
Una vez elegida la selección de quesos (la cantidad dependerá de tus invitados, aunque también podés armarte un rico surtido individual), la clave está en la presentación y el orden:
- Orden: Necesitamos una buena tabla, si es de madera, mejor. Es conveniente colocarlos en el orden en el cual se irán degustando. Puede ser en el sentido de las agujas del reloj si la tabla es redonda o de izquierda a derecha si es rectangular. Siempre se comienza por los quesos más suaves y se avanza hacia los más intensos o aromáticos. Esto es crucial para que los sabores más potentes no tapen a los más delicados.
- Temperatura: Serví primero los que van calientes y luego los que están a temperatura ambiente.
- Consejo de Oro: Los que se sirven a temperatura ambiente, sacarlos de la heladera unos 30 minutos antes, el frío camufla el sabor de este producto lácteo, así que hay que darles tiempo para que revelen su verdadera esencia.
Mi Selección Sugerida
Para armar una tabla memorable, te sugiero el siguiente recorrido de sabores:
- Provoleta: Empezá con una provoleta caliente bien doradita por fuera y cremosa por dentro. Cortada en pequeñas porciones, se la puede acompañar con algunos tomates confitados.
- Queso Cremoso de Cabra: Seguimos con este queso blando, con suave acidez y un sabor caprino que lo distingue sin ser fuerte.
- Queso Camembert: En este segmento lácteo, nos deleitamos con un pequeño trozo de este queso de corteza enmohecida, cubierto con el hongo que le da su sabor distintivo ( Penicillium Camemberti ). La cremosidad es el punto clave, junto a su sabor láctico y mantecoso.
- Queso Gouda: El paladar se va a deleitar con este queso de textura firme pero elástica. Dependiendo la maduración del mismo, nos podemos encontrar con un sabor que va del dulce y cremoso a uno más intenso, recordándonos la nuez. Lo servimos cortado en triángulos y lo podemos acompañar con algunos frutos secos.
- Parmesano: Continuá con este producto de pasta dura, fuerte, salado y un toque picante. Será un gran salto de sabor respecto a los anteriores pero con la personalidad que merece un queso así. Lo ideal sería servirlo en trozos irregulares.
- Queso Azul y Chocolate: Finalmente, terminamos con el queso azul en una combinación que no es común, pero sí complementaria. Un queso con 2 versiones de presentación: Primero es recomendable degustarlo solo, y después con un trocito de chocolate semiamargo. El salado del azul y el amargo del chocolate forman una melodía de sabor que no se olvida fácilmente. Si preferís el chocolate blanco, también es una excelente alternativa.
Para que este ritual sea perfecto, entre queso y queso, es clave neutralizar el paladar comiendo un gajo fino de manzana verde o una rodaja de pan blanco. Esto permite que tu boca quede "limpia" para el siguiente sabor.
Y recordá que al hacer el maridaje, lo primero que se consume es la bebida y luego el queso. Podés acompañar la tabla con mermelada, frutos secos, uvas, higos frescos o damascos deshidratados.
¿Estás listo para armar tu propia tabla y sorprender a todos? A disfrutar y ¡¡¡Qué Viva el Queso!!!









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