Prácticas laborales y pasantías que abren caminos
Alumnos de la Escuela Especial Tenink Aiken como Marta Ríos, flamante egresada, encuentran en el compromiso empresarial una puerta de acceso al mundo del trabajo.
El marco legal existe, comerciantes que ejercen la Responsabilidad Social Empresaria con sectores que muchas veces tienen menos posibilidades que otros, también.
Quizá no son tantos como haría falta, pero de a poco se encontrará el rumbo que permita ampliar el abanico de opciones para jóvenes con discapacidad que, sin lugar a dudas, tienen mucho potencial y es indispensable encuentren la manera de insertarse en el plano laboral.
Marta Ríos comenzó sus prácticas en el año 2016 y continuaron el 2017 en la Chocolatería Guerrero, empresa familiar que ya con anterioridad había brindado la ocasión a los alumnos de la Escuela para el armado de las cajas donde envasan sus productos.
“Teníamos ganas de participar en el proyecto del que nos interiorizó Mariela Muñoz, pero lo pudimos hacer recién cuando ampliamos el local y contamos con espacio suficiente para sumar personas en las tareas”, cuenta Ana guerrero.
La alumna Marta Ríos concurría al local, jornada reducida en horario escolar durante el ciclo lectivo, con una docente acompañante. Desde el comercio asumieron el compromiso de enseñarle diferentes tareas elevando la complejidad a medida que se veían los progresos.
“Primero fue el rellenado de alfajores de dulce de leche y de frutas, luego el bañado en chocolate, lo que implica cuidar la temperatura y estar muy atentos, más tarde el ensobrado y el sellado”, continúa el relato Ana.
La pasantía le brindó a Marta Ríos mayor autonomía, de la maestra acompañante se pasa a la supervisión de manera más espaciada, el uso de indumentaria acorde como el resto del personal, de los compromisos administrativos por parte de la escuela a la responsabilidad en manos del comercio, la percepción de un incentivo económico...
Pero como toda experiencia asociada a un ciclo escolar, se llega a un final, el egreso.
En esa ceremonia Ana Guerrero le entregó los diplomas por las prácticas y la pasantía, las puertas de la chocolatería quedaron abiertas a la continuidad del trabajo, pero… ¿Saben qué?
Marta tiene otras aspiraciones, quiere algo nuevo, y va a poner toda su energía en poder lograrlas, y eso es maravilloso.
“Fue una experiencia enriquecedora, óptima, capacitar lleva tiempo, necesita espacio y demanda dinero, pero en casos como estos realmente vale la pena”, dice Guerrero luego del acto de egreso.
¿Recomendaría a otros colegas que se sumen a la propuesta?
“Absolutamente, es increíble ver la evolución desde lo laboral pero también los cambios sociales, la búsqueda de más”, concluye Ana.
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