Docencia - por Omar Álvarez
Fui la puerta de tu puerta, el ojo en tu ojo, el eco en tu rincón.
Fui el sentido de una experiencia, que se desbordó a otras experiencias; la palabra que asoma de vez en cuando para iluminar tu mente; la evocación de un recuerdo que nutre para nutrir.
Fui el límite necesario que se impone a quiénes se ama; la libertad que se promueve a quienes se confía; la propuesta de un mundo inacabado porque aún faltaba tu hacer, tu querer, tu pensar.
Fui la frustración de lo que se puede pero aún no se logra; la revancha después de un fracaso; la persistencia cuando te querías bandear.
También fui el aprendiz escondido de tus ilusiones; el admirador secreto de la asombrosa película de tu vida; la persona más feliz del mundo, cuando en tus balbuceos, mi ciencia se sabía interpretada.
Posiblemente fui mucho menos que lo que señalan los tres primeros párrafos. Y quizás, en algún breve instante, un poquito más. Pero siempre fui lo que fui porque estabas, ahí presente, para que yo pudiese mediar: mi saber con tu saber; mi experiencia con tu novedad; mi pequeñez y tu pequeñez buscando inmensidad.
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