Turismo: La temporada de la desilusión

Espejar lo que sucedió en estos meses de actividad con igual período de la anterior es autoengañarse: el país es otro, mejor o peor de acuerdo a los intereses de cada persona, pero diferente al fin y al cabo.
El dólar a precio más bajo que en esa ocasión, los servicios notoriamente más elevados, sin resabios del previaje, con argentinos que aprovechan las ventajas cambiarias para irse al exterior y extranjeros a los cuales se les encareció el producto o mejor dicho, ya no les resulta casi regalado, que es diferente.
El Calafate mayoritariamente fue un destino de elite, mal que nos pese. Su masificación se dio sustentado en ventajas comparativas que ocasionalmente se fueron presentando a los visitantes ya sea por subsidios para fomentar la actividad post pandemia o por la depreciación del peso argentino.
Desde hace un año, las variables cambiaron de cuajo, y ahora es tiempo de barajar y dar de nuevo, adecuarse a la nueva realidad que en un país como el nuestro uno nunca sabe cuánto va a durar, pero el que no se acomode, pierde.
Es evidente que el número de pasajeros se ha visto reducido en estos meses, pero eso no es lo más preocupante, lo que inquieta es la baja de rentabilidad, acostumbrados a acumular en el verano para sostener el invierno, habrá que ver como se llega a la baja en este contexto.
Si se impulsó una emergencia económica en alta, ¿qué nos queda para después de Semana Santa? Este es uno de los puntos a analizar.
Otra línea argumental es lo que sucede cuando la demanda se achica, aquellos con mayor poder económico cuentan con las herramientas que les permiten regular el mercado con sus precios, y es natural que en esas condiciones se produzca una concentración hacia los más poderosos en detrimento de los más chicos.
¿Qué sucederá con la infinidad de casas y departamentos de alquiler destinados al turismo si el confort de los grandes hoteles a precios de ocasión proliferara para afrontar la “crisis”? ¿Quiénes optarán por la opción remises en el transporte o líneas regulares si viajan en familia y la invasión de autos de alquiler permite abaratar costos? Ambos ejemplos repercuten seriamente en el empleo y la circulación de dinero local.
Hubo quienes se atrevieron a aplicar cambios drásticos en las cotizaciones de sus servicios en moneda extranjera, mientras la demanda se sostenga (aunque refunfuñen algunos) acomodan su rentabilidad, pero ¿cuánto puede durar?
Otros prefirieron mantener sus tarifas o tocarlas muy poco en dólares, por lo que la baja en su cotización y el incremento de costos fijos hace que los niveles de ganancias se compriman.
Otro segmento que aumentó considerablemente en dólares fueron los alquileres de locales, los precios se elevaron por las nubes, tal como sucedió con los servicios de luz, gas, combustibles, etc. sumado a esto algunos acuerdos salariales para atenuar las consecuencias de la inflación de 2023 que diluyó el poder adquisitivo, es obvio que la realidad de los comerciantes y prestadores se alteró radicalmente, como le sucedió a la gente en general.
Volver a lo anterior pareciera una utopía, el desconcierto que se percibe en la política con las decisiones del gobierno de Milei que marca la agenda se trasladó a otros ámbitos como el económico y productivo, acostumbrados a miradas más complacientes desde el poder.
El libertario trabaja sobre lo macro y en ese aspecto los números por ahora le van cerrando ¿Por qué habría de preocuparse si se achican las entradas por turismo si en el contexto general le aumentaron otras actividades que le garantizan ingresos de divisas?
Cuando impera la confusión, es necesario tomarse un tiempo para analizar fríamente los pasos a seguir, no hay lugar para equivocarse.
Fernando Goyanes
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