¡NO LEA ESTO!

¡NO LEA ESTO!

Estimado lector:

Se lo advierto: el presente artículo está totalmente vacío de contenido y no tiene ninguna utilidad. Lo escribo porque en este momento no tengo otra cosa importante que hacer.

Aparentemente, usted también tiene tiempo para desperdiciar, ya que sigue paseando sus ojos por estas líneas.

Obviamente, usted no me creyó cuando le advertí sobre la futilidad de seguir leyendo. No hay nada importante ni gracioso en los próximos renglones.

Y sin embargo, usted sigue aquí, embobado, esperando que aparezca algo que valga la pena leer. ¡Ya le dije!: Acá no encontrará nada que le sirva.

¡Ya vamos por la mitad del artículo y usted sigue leyéndolo! ¿Acaso no me cree? ¡Vamos! Anímese y deje de leerlo. ¡Muestre que tiene fuerza de voluntad!

Si usted en este momento está en una sala de espera aguardando que lo llamen para atenderlo, cuando lo hagan ¿dejará de leerlo?.... ¿Y entonces por qué no lo abandona ahora?

Tal vez en este momento esté  esbozando una semi sonrisa cómplice. Sepa que es sólo un mecanismo de defensa para disimular su falta de determinación.

En total son 229 palabras sin mensaje y unos minutos desperdiciados ¿no?

¡No siga! ¡Basta! ¿Por qué continúa leyendo? ¡No vale la pena!

Ya sé:... sigue pensando que al final encontrará una moraleja. Lamento desilusionarlo, pero usted mismo debe descubrir la lección que encierran estas líneas.

 

Alejandro Cullen