GIA, Relatos y otras yerbas : Fredy Vargas y Emilio Collinao

GIA, Relatos y otras yerbas : Fredy Vargas y Emilio Collinao

Fredy Vargas, “Tetera”

El apodo era “tetera”, pero dejamos de usarlo ya que era identificarlo con su enfermedad.

Cuando comenzó a ocuparse de su situación, mucho tuvo que ver su pequeña sobrina, Valentina, la cual sufría cada vez que se alcoholizaba y siempre lo acompañaba, fueron innumerables reuniones a las que asistía con su tío y varias veces lloraron juntos, ¡Que fuerza tienen los niños cuando se proponen algo!

Así fue apareciendo Fredy, con su verdadero nombre, luchaba por estar mejor, por él, por su sobrina y por toda su familia.

Dejó de concurrir al Grupo, pero nos encontrábamos seguido en la calle, siempre se lo vio muy bien, la última vez fue en una Caminata a beneficio de un Jardín de Infantes y como no podía ser de otra manera, Fredy iba acompañado por su pequeña sobrina Valentina.

Emilio Collinao, recuperando la lengua y haciendo pan

Luego de muchas internaciones y otras tantas “desapariciones”, volvimos a tener contacto con este gaucho chubutano.

Estábamos organizando la juntada de plata para poder viajar a Cipolletti por los 30 años de creación del GIA, y Emilio se encontraba internado nuevamente por el alcohol.

Se nos prendió en todos los eventos que realizamos: los pollos a la parrilla, los ñoquis y los canelones, siempre como cebador de mates, ¡Que ricos que le salían cuando estaba con onda! ya que es bastante hosco y tozudo, pero comenzó a cambiar.

Cuando le dieron el alta se alquiló una habitación en una pensión y comenzó a hacer pan para vender (que rico le sale, al igual que las tortas fritas).

Desde el GIA se le regaló un diccionario Mapuche Español, ya que contaba en las reuniones que los mayores hablaban la “lengua”, pero delante de los chicos no y que tampoco les enseñaban (como resguardo para que no los discriminaran, pero a la vez una forma de olvidarse de sus orígenes), a nosotros nos parecía importante recuperar vocabulario mapudungun.

Hubo otras recaídas, pero pudo salir, después de 17 años “volvió a sus pagos”; Chubut, restableciendo contacto con sus hermanos y madre, e inclusive con un proyecto de vida de instalarse allí nuevamente.

Luego de cobrar las acciones que le correspondían por haber trabajado en una estancia del Lago San Martín (se le pagó así para que no se malgastara el dinero, según el patrón), quiso reclamar lo que consideraba era suyo para poder hacerse una casita en Chubut y dejarlo de heredero a un sobrino.

¡Cuántos proyectos cuando uno “se sana”!.