Calafate Transfers: 25 años creciendo junto a la localidad
Siempre resulta inspirador conocer los orígenes, recordar el punto de partida de una iniciativa o proyecto, porque esa mirada hacia atrás para volver a recorrer el camino permite poner en valor y contexto aquello que se pudo haber alcanzado, si se cumplieron los objetivos o sueños, si el corolario fue más auspicioso o no que el anhelado.
Calafate Transfers cumplió un cuarto de siglo, veinticinco años al servicio del turismo, de las empresas de la ciudad y de los turistas que la visitan.
El aniversario se produce en medio de una pandemia que paralizó la actividad en el mes de marzo, con meses abrumadores y un futuro indescifrable.
Los festejos y celebraciones quedarán para otro momento, pero una fecha tan significativa no puede pasar desapercibida, principalmente por aquellos que fueron y son parte de esta empresa, que con su trabajo cotidiano la vieron e hicieron crecer.
Calafate Transfers nació en 1995, como siempre sucede en aquellos proyectos que ven la luz desde el llano más absoluto, solo contaban con una Traffic y un minibús 608 de 24 lugares.
Cada comienzo implica decisiones de todo tipo, incluso, aunque pueda parecer intrascendente pero los publicistas saben que no lo es, el color que los identifique, la tipografía de las letras, la imagen que de allí en más surcará las rutas patagónicas entre los principales recursos naturales, la ciudad y el aeropuerto.
“Esa temporada viajo a Buenos Aires para pintar los vehículos y allí elijo los colores que aún hoy nos representan: rojo, gris oscuro y gris claro”, dice Oscar Rodrigo, titular de la empresa.
Ponerle un nombre tampoco fue sencillo y en esa tarea mucho tuvo que ver su amigo personal Juan Manuel Vicente.
“Él es el que me hace una sugerencia, ya que me señala que en ese entonces la palabra glaciar se utilizaba muchísimo pero había pocas referencias al lugar en el que vivimos y es nuestra base de operaciones: El Calafate. Conjugar el nombre de nuestro pueblo y la misión que íbamos a cumplir alcanzó para bautizar el emprendimiento”, añade.
Al año siguiente, 1996, la Traffic deja de prestar servicios y se entrega para adquirir el primer bus, que se pone en condiciones para la actividad en un taller del populoso barrio porteño de la Boca.
“Se podría decir que empezamos con el pie izquierdo, en un año se fundió el motor, pero con mucho esfuerzo y trabajo logramos repararlo”, recuerda con una sonrisa.
Poco a poco El Calafate se fue consolidando como destino turístico con la construcción del aeropuerto, la pavimentación de rutas, las obras de infraestructura y una conciencia más ajustada a una realidad que en los orígenes de la actividad quizá no estuviera tan marcada para todos: el turismo era la vía de desarrollo y crecimiento.
En torno a ella se comienzan a multiplicar inversiones y generar fuentes de empleo, y en Calafate Transfers no fue la excepción, brindar más servicios requería más vehículos y personal, otorgar calidad en las prestaciones implicaba formarlo con una conciencia apuntada a la excelencia para que tanto las empresas contratantes como los pasajeros transportados alcanzaran el grado de satisfacción necesario y acorde al recurso natural que venían a conocer.
“Poco a poco fuimos creciendo en cantidad de unidades y en personal, tratamos de conformar un grupo de trabajo mancomunado, unido, que además de ser un lugar de trabajo, la empresa sea un espacio donde se encuentren y desarrollen sus actividades con comodidad. Los primeros en estar satisfechos deben der nuestros empleados para que luego puedan trasladar esa sensación a sus pasajeros cada jornada” reflexiona Rodrigo.
En la actualidad Calafate Transfers cuenta con 14 unidades, entre buses grandes, minibús y Sprinters. Con el transcurrir de los años se pudo consolidar un equipo de trabajo en los propios talleres que ya no hacen necesario realizar las tareas en Buenos Aires u otras provincias.
“Los buses ya no se llevan a arreglar y pintar a otro lado, lo hacemos todo acá, de hecho se traen blancos, aquí los acondicionan y le proporcionan la imagen que se ve en la calle cada vez que circulan”, acota con orgullo.
Desde el origen la meta fue clara, y el equipo se armó y consolidó para poder cumplirla: marcar una diferencia en la calidad del servicio de traslados en El Calafate.
“Los buses podrán ser importantes, cómodos, modernos, pero el plantel es lo que inclina la balanza. Tenemos choferes que ya llevan dos décadas formando parte de la empresa, y eso habla mucho del proyecto, y ratifica que el rumbo elegido fue el apropiado”, agrega.
Las acciones realizadas como parte de sus tareas habituales también fluyen en recuerdos como aquella ocasión en que el hoy ex presidente de Brasil Lula da Silva visitó El Calafate y la empresa trasladó a su comitiva.
Pero desde lo emocional, sin lugar a dudas, la memoria los lleva al momento en que niños de la escuelita de Las Vegas, que jamás habían visitado el glaciar Perito Moreno, pudieron vivir esa experiencia con la coordinación del guía Horacio Svetaz y Flavia Raffo de Parques Nacionales.
“Ese momento y la recepción de múltiples dibujitos de alumnos de los jardines de infantes y escuelas por llevarlos a varios lugares son situaciones gratificantes y conmovedoras”, añade Oscar.
Se suma a estas evocaciones el encuentro de Coros en el glaciar para el que también realizaron los traslados de delegaciones intervinientes.
Como se desarrollará esta nueva temporada es algo difícil de preveer, pero cuando todo se ponga en movimiento, sea de la manera que sea, las unidades de Calafate Transfers volverán a rodar con el mismo servicio y el orgullo de brindar las mejores prestaciones para un destino que las necesita y merece.
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