Política santacruceña como en una peli XXX
El espectro previo a las elecciones de este año se parece cada vez más a una orgía donde los candidatos se amontonan, cambian de posición, y tienen por objetivo acabar… con el gobierno de turno.
Las reglas no son del todo claras, pero el deseo, en este caso, de ganar, los moviliza a todo tipo de piruetas que muchas veces sorprenden a propios y extraños.
El electorado volátil como muchos de esos dirigentes no tienen objeciones de ningún tipo a estas escenas, pero los de convicciones ideológicas y políticas arraigadas entran en conflicto y no saben bien que hacer.
¿Se suman o se mantienen al margen? En el medio de todo esto están las sospechas, desconfianzas, temores de traiciones, que las cosas finalmente no sean como se las pinta y quedar defraudado con la situación.
De frustraciones están colmadas las aspiraciones de aquellos ciudadanos que solo pretendieron vivir mejor, en un país más razonable, con normas claras y respetadas, trabajo, educación, salud, vivienda y aunque mas no sea, algo de estabilidad.
Los candidatos especulan hipotéticas alianzas vinculados a personas a las que habitualmente cuestionaron, con la que no comparten valores ni programas, cuya única coincidencia o al menos la principal es acceder al poder.
¿A qué precio? Amontonamientos ya hubo varios en la historia argentina y si bien pudieron alcanzar el objetivo inicial que sería el qué, nunca lograron desarrollar el para qué.
En la provincia vemos la desesperación de muchos sectores por asociarse con Vidal que, evidentemente, no confían en que el electorado les de su voto de confianza para acceder al gobierno y en el medio, queda el tendal de heridos y no hablo de candidatos, hablo de instituciones partidarias.
¿Qué pasaría si los que promueven la alianza con Vidal se quedan con las manos vacías? Y si el petrolero resuelve ir por su cuenta? ¿Cómo se emparcha la oposición? ¿Con qué cara volverían a conversar para presentar una propuesta creíble?
¿Y si Vidal, el principal favorecido de toda esta historia de desmanejos y desprolijidades se suma a algo que públicamente nunca pidió, y ante la desesperación de aquellos promotores del acuerdo que quemaron las naves antes de llegar a puerto decidiera imponer sus condiciones? ¿Qué margen de negociación queda?
El radicalismo parece plantado como aquel al que su pareja abandona por otra persona de mayor solvencia, económica y de votos, porque en definitiva, no confía que pueda llegar a donde quiere estar en su compañía. Y como todo engañado, la UCR se autodestruye en primera instancia para luego intentar recomponerse y seguir su vida, o al menos, eso es lo que muchos esperan.
El oficialismo también tiene lo suyo pero su interna esta vez parece un poco más disimulada que aquella que se percibe en la oposición pero puertas adentro no deja de ser descarnada.
El electorado, atónito, sigue esta comedia de enredos a la espera que la cuestión decante y se sepa a ciencia cierta cuáles serán las opciones que tendrá para optar por una.
Es difícil imaginar cuales serían las propuestas en medio de este engendro ideológico, pero ya aparecerá alguien con la pluma fluida para intentar darle sentido a este sinsentido de la política, y convencernos que ese es el camino a seguir.
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