Elon Musk y la obsesión por la fertilidad

Elon Musk y la obsesión por la fertilidad

 

 

 

 

por Pablo Ferro

El magnate visionario que desafía los límites de la tecnología y la exploración espacial, tiene una preocupación que parece anclada menos en el futuro tecnológico y más en el destino biológico de la humanidad: la caída mundial de las tasas de fertilidad.

Para Musk, este fenómeno no solo desafía las proyecciones malthusianas, sino que también amenaza la supervivencia misma de nuestra especie.

Hace 250 años, Thomas Robert Malthus advertía que la población crecería de forma geométrica mientras los alimentos lo harían de manera aritmética, vaticinando un mundo de hambre y escasez.

Sin embargo, su sombrío pronóstico nunca se concretó. David Gale Johnson lo explicó así: “Los seres humanos se alimentan de manera más adecuada que nunca, y eso que la población aumentó… y mucho”.

La clave de este escape de la «trampa malthusiana» fue la creación de conocimiento: revoluciones agrícolas, avances científicos y tecnologías que multiplicaron la productividad.

Paradójicamente, mientras que la humanidad lograba este milagro, la dinámica demográfica cambió drásticamente. La tasa de fertilidad cayó por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 hijos por mujer en muchos países desarrollados, como si la riqueza adquirida trajera consigo un nuevo tipo de escasez: la de hijos.

Musk atribuye este fenómeno a lo que llama la “ideología 2030”: un paradigma hedonista y antinatural que prioriza el individualismo sobre los valores familiares tradicionales. En este contexto, los rituales que antes consolidaban la estructura social han sido fragmentados por el tiempo líquido que describe Bauman, donde las conexiones son efímeras y algorítmicas.

Aquí es donde cobra relevancia la perspectiva de Confucio sobre los rituales. En sus enseñanzas, estos actos no eran meros formalismos, sino el cimiento de la estabilidad social y familiar.

La pérdida de rituales cohesivos en favor de interacciones mediadas por tecnología contribuye a un vacío cultural y a la desintegración de la unidad básica familiar, elemento esencial para Musk en la supervivencia y expansión humana.

La visión de Musk no se detiene en la Tierra. En sus ojos, colonizar otros planetas es no solo una meta tecnológica, sino también una extensión de una lógica imperial que ha impulsado la evolución humana.

Dante Alighieri, en “De Monarchia”, justificó el Imperio Romano como una institución necesaria para la unidad y el progreso. San Agustín, en “La ciudad de Dios”, estableció una tensión entre la ciudad celestial y la terrenal, reconociendo la necesidad de las instituciones terrenales para lograr objetivos superiores.

En este marco, Musk parece ser el heredero de esta tradición. Para él, la expansión humana —ya sea a través de Marte o de nuevas formas de conocimiento— es un imperativo existencial. Pero, a diferencia de los antiguos imperios, no busca justificar la guerra como motor del progreso. Su mirada está puesta en la tecnología como el nuevo campo de batalla y en el conocimiento como la única arma necesaria para evitar nuestra extinción.

¿Podría la humanidad reconciliar los valores tradicionales con un mundo que parece alejarse de ellos? Quizá las respuestas estén en redescubrir el equilibrio entre el progreso y los rituales que anclan nuestra existencia, como diría Borges, “El futuro es tan irrevocable como el rígido ayer”, reflejando la tensión entre la tradición y el progreso.

 

 


Referencias:
- Bauman, Z. (2000). *Liquid Modernity*. Polity Press.
- Dante Alighieri. (1313). *De Monarchia*.
- Johnson, D. G. (2000). Human Nutrition and Population Growth. *American Economic Review*, 90(2), 288-292.
- Malthus, T. R. (1798). *An Essay on the Principle of Population*. J. Johnson.
- San Agustín. (426). *La ciudad de Dios*.