Caminata Global contra el Cáncer de Apéndice y el Pseudomixoma Peritoneal

Caminata Global contra el Cáncer de Apéndice y el Pseudomixoma Peritoneal

Aquí se realizará el sábado 15 de junio a las 15 horas desde la Casa Verde hasta el cartel de El Calafate en la Bahía redonda.

 

Investigaciones recientes señalan que la incidencia de este cáncer es de 3,2 personas por millón, a menudo se detecta tarde o se diagnostica erróneamente, lo que destaca la importancia crítica de la detección y el apoyo tempranos.

La caminata es un símbolo de solidaridad para las personas y familias que luchan contra estas enfermedades, mostrándoles que no están solos, es un momento para honrar los preciados recuerdos de quienes valientemente enfrentaron esta situación.

Quien impulsa aquí esta actividad es Lea (María Laura) Trumper, docente de Nivel Inicial a quien le detectaron la enfermedad hace aproximadamente 1 año y 9 meses, a los 52 años.

“Jamás tuve síntomas, más que el hecho de haber engordado mucho en poco tiempo, hasta que un 25 de mayo del 2022 comencé a tener un dolor abdominal muy fuerte que atribuí a la comida ingerida, lo dejé pasar, seguí con mi trabajo y con calmantes dos días más pero al tercero fui a la guardia”, comenzó su relato.

Primero pensaron en una apendicitis, observación y vía intravenosa mientras realizaban los análisis que no mostraron infección, pero el dolor era insoportable. Analgésico mediante, regreso a su casa y algo de alivio.

Al día siguiente vuelta a empezar, lo soportó y lunes y martes trabajó mientras esperaba que todo pase, pero no fue así.

“Mis compañeras me insistían para que vaya al hospital pero yo me negaba a pasar por lo mismo en la guardia. Recién el martes 31 decidí ir. En la mesa de entrada rogué para que me vea un cirujano, allí me dijeron que recién había turno para el 22 de junio”, agregó.

Decidió ir por consultorios para no volver a la guardia como la primera vez y llorando le golpeó la puerta al Doctor Marcelo Bravo que la examinó y llamó urgente a un camillero para que la lleven a realizarle una ecografía.

No se veía nada, ni el apéndice, solo líquido. El paso siguiente fue una tomografía computada con contraste, nada otra vez, pero el dolor profundo continuaba y se acrecentaba.

Otro analgésico, a la casa y regresar al día siguiente a ver un cirujano.

“Volví, me dijeron que no había cirujano. Envuelta en furia y lágrimas insistí por casi una hora y me dijeron que el Dr. Pani me esperaba en la guardia. Otra vez la opción de apendicitis, decide hacer urgente una cirugía laparoscópica exploratoria y que si era eso, me la sacaban en el momento”.

Cuando despertó ya sin apéndice tenía dos drenajes en el abdomen, le explicaron que tuvieron que quitar mucha mucina de toda la cavidad abdominal, lo cual les llevó mucho tiempo, pero no pudieron quitarla toda ya que estaba muy adherida a los órganos.

“Tiempo después entendí que en la cirugía él vio que yo tenía otra enfermedad, pero no me lo quiso decir hasta que se confirme con la biopsia. Estuve internada 4 días con antibióticos y analgésicos”.

Dos semanas de carpeta médica, regreso al trabajo hasta el receso invernal, controles, extracción de puntos y recuperación de la cirugía.

“Viajé a Córdoba a visitar a mi hija Sofía, que hacía poco se había mudado allí, para comenzar a cursar la carrera de Psicología. A los 2 o 3 días de llegar me llama el Dr. Pani, quien me preguntó si podía ir a verlo al día siguiente para control. Eso me sorprendió, ya que él me había visto antes de viajar y me dio el alta. Cuando le dije que no me encontraba en El Calafate, me dijo con voz seria que necesitaba hablar conmigo sobre la biopsia. Ahí se me paralizó el corazón y enseguida supe que algo pasaba”, recordó.

En un segundo llamado le informó que tenía Neoplasia Mucinosa Apendicular de Bajo Grado, una enfermedad muy poco frecuente. Le dijo que ya que estaba en Córdoba, aproveche a buscar especialistas allá, dado que aquí no hay, y que esta enfermedad sólo se trata en esa provincia y en Buenos Aires.

“Lo que siguió fue una tormenta de pánico, angustia, charlas con mis hijas, mi familia y amigos. Comenzó una carrera contra reloj en búsqueda de médicos, estudios y confirmación del diagnóstico, que en realidad había pasado a ser un Pseudomixoma Peritoneal. Vi a los dos únicos cirujanos que se especializan en CRS y HIPEC en Córdoba, me explicaron la situación y la cirugía más quimio que debía hacerme y me dijeron que era la única alternativa que tenía”, reseñó.

Volvió a la localidad e inició las gestiones de derivación ayudada por el Dr. Pani pero comenzaron las dificultades con la CSS que la quería enviar a Buenos Aires a un hospital que no hacía ese tipo de cirugías. Con esfuerzo, paciencia y la gestión de la entonces diputada nacional Ana Ianni, todo se encaminó.

“El 2 de septiembre viajé a Córdoba, me hicieron extensos estudios prequirúrgicos y tuve algunas consultas. El 18 me interné y el 19 me operaron. La cirugía demoró unas 7 u 8 horas. Tuve miedo de morirme. Desperté en Terapia Intensiva, donde permanecí 3 días y la atención fue excelente. Tenía 6 drenajes, una larga cicatriz a lo largo de todo mi abdomen y afortunadamente me daban tanta morfina, que no me dolía casi nada”.

Le habían quitado el 95% del peritoneo más todos los órganos reproductores, el bazo, la vesícula, el epiplón mayor y el epiplón menor, otros ligamentos y tejidos. Afortunadamente no encontraron nada en  colon e intestinos, ya que su mayor miedo era que le quiten parte de ellos y necesite una ileostomía.

Luego de doce días de internación con muchos dolores por la disminución de analgésicos fue externada pero empeoraba cada día, bajó 10 kg en muy poco tiempo, no lograba ingerir nada, le faltaba el aire, se mareaba y tenía muchas náuseas.

“Me descompuse al punto de desmayarme y volví a la clínica en ambulancia. Allí  estuve tres días y a través de una endoscopía, dijeron que tenía helicobácter y el hongo cándida. Apenas mejoré un poco me mandaron a casa. Pasé varios días muy mal, nada mejoraba. Mientras tanto iba cada semana a control con el médico que me decía que la cirugía se veía bien, que yo solo estaba nerviosa y necesitaba calmarme”, agregó

Un gastroenterólogo privado al ver sus análisis diagnosticó anemia,  estaba débil por no comer y que así no me iba a recuperar más. Él consideraba que Lea necesitaba una transfusión de sangre pero el cirujano se negó.

“Nada cambiaba y yo me deprimí. Me pasaba el día llorando y durmiendo, con terribles dolores las 24 horas del día. En uno de los controles insistimos por más estudios.  Me internaron e hicieron una tomografía con contraste. Allí la técnica se vio preocupada.  Subí a la sala de internación y entró mi cirujano con tres médicos más. Me dijo que tenía trombosis pulmonar en el pulmón derecho, en la que el trombo tapaba el 95% de mi arteria y por eso yo no podía respirar. Inmediatamente me mandaron a Unidad Coronaria donde estuve tratada con anticoagulantes y monitoreada 24 horas por tres días”.

Estuvo internada dos semanas pero casi no mejoraba y seguía sin comer. Tres días antes del alta, accedieron a enviarle una psicóloga y un psiquiatra, que la medicaron para la depresión.

“De a poquito logré estar menos deprimida, comer unos poquitos bocados, caminar un poco y demás, pero los dolores y problemas gastrointestinales tardaron meses en curarse. Ya había bajado 18 kg. Unos días antes de Navidad, volví a Calafate con mi hija. Tuve unos largos meses de recuperación, con mucha ayuda de mis hijas y de amigas”.

Aquí le hacía controles seguidos, la derivaron al oncólogo, le efectuaron  tres transfusiones de hierro y pudo vencer la anemia.

“Actualmente sigo mis controles haciéndome tomografías con contraste cada 6 meses. Esta enfermedad se controla por 10 años. Tardé 13 meses en volver a trabajar y todavía no me recuperé del todo físicamente. Creo que lo más difícil de recuperar ahora para mi es el post trauma que me ha quedado, por tan malas experiencias, pero estoy trabajando en ello.

Solo espero que todos los controles me sigan dando NED, En inglés: No Evidence or Disease, que significa Sin evidencia de enfermedad”, concluyó.

Es de suma importancia que la concientización alcance a la población pero también a los médicos, ya que al existir tan poca información en general y casi no haber especialistas para abordarla de manera eficiente, se pueden arribar a diagnósticos erróneos y como consecuencia no recibir el tratamiento adecuado, lo que llevaría a la muerte a algunas personas.

Aún no existe una cura 100% efectiva, por eso se necesita imperiosamente invertir más en investigación que quizá no se realiza por tratarse de enfermedades poco frecuentes que si nos regimos por las leyes del mercado, son poco rentables pero en materia de salud deberían manejarse otros parámetros.

De regreso a El Calafate, Lea celebrando la vida... ¡y el mundial!