De Magos e Ilusionistas

De Magos e Ilusionistas

Allí se los ve, exultantes, dedicados, nuevas galas para viejas mañas que todos conocemos pero que tratan de disimilar con sus flamantes ropajes.

Ensayan trucos, posiciones, parlamentos, intentan, por todos los medios, sorprender a un auditorio expectante o despertar el interés de otros, en busca de su beneplácito y acompañamiento, para alejar su rechazo o apatía.

Quieren el centro de la escena, el seguidor de luz iluminándolos y en algunos casos, hasta encegueciéndolos, quieren llamar nuestra atención.

Se esfuerzan, no sacan conejos de las galeras pero trabajan cada día de cada semana en forjarnos nuevas ilusiones. Saben que es una tarea sumamente difícil, siempre se han manejado con las mismas propuestas y aunque fueron creíbles al comienzo de antiguos shows se fueron desdibujando hacia el final de los mismos. No ha sido sencillo, no lo será en esta ocasión.

Los detractores afirmarán que no hay nada nuevo bajo el sol, tratarán hasta último momento de descubrir el truco, dirán que aunque lo que veamos parezca cierto y genere curiosidad, sorpresa o expectativa, no deja de ser una farsa bien montada sin asidero real.

Los habrá que refloten fracasos y contradicciones de otros tiempos, para desalentar al público y que no caiga en lo que consideran una trampa. La crítica sabemos, es impiadosa a la hora de juzgar a terceros y algo más ambigua cuando se mira el ombligo.

Están por aquí y por allá, se podría asegurar que es el espectáculo más federal de que se tenga memoria, Magos e Ilusionistas aparecen por doquier en municipios, provincias, a nivel nacional, principal caja de resonancia de tantos esfuerzos.

Quienes están al frente de las compañías son casi siempre los mismos y poco se han renovado los elencos, por lo que el esfuerzo de su parte se multiplica con creces para que el público pueda percibir, aceptar y convencerse de las diferencias con lo que ya vieron en el pasado. Disfrutarán cada instante y esperarán su recompensa.

Nunca fuimos un público demasiado exigente, es verdad, pero con el transcurrir del tiempo salvo excepciones que siempre las hay, nos fuimos poniendo más escépticos, menos confiados, quizá hasta desencantados, pero eso no mella su dedicación, al contrario, refuerza su constancia, imaginación y creatividad porque quieren lograr el objetivo.

Han conseguido cosas fantásticas: han hecho desaparecer dinero, obras, expectativas, anhelos, en algunos casos presente y en otros futuro, pero no han logrado aún que disminuya, ya ni siquiera pensar que desaparezca, la pobreza, la inflación, el desempleo, que se reduzca el delito, que nuestra vida valga más que una bala, que la salud no sea cuestión de azar, que los ancianos envejezcan dignamente y los niños puedan aspirar a otro país que el que estamos viviendo.

Si, ya se, usted me dirá que los Magos e Ilusionistas no están para eso, que es una tarea que deben llevar adelante los políticos, y tiene razón.

Quizá en medio de tanto marketing y especulaciones, de simulaciones y actuaciones, la realidad y la ficción se me comienzan a mezclar, es posible.

Sobre todo cuando creo ver carteles multicolores que anuncian una avant premiere de estos espectáculos en agosto, el estreno en octubre y quizá una función más en noviembre.

Fernando Goyanes