Perdón por tanto silencio – por Fernando Goyanes
La tarea de un periodista es informar.
Los hechos suceden, y uno, desde su lugar, debe reflejarlos, interpretarlos, compartirlos con su audiencia, y esto de mi parte no fue así en la última semana con respecto a la multiplicación de casos de Covid 19 en El Calafate.
Es cierto que desde Carta Abierta siempre nos tomamos un tiempo y una distancia para ver las cosas en perspectiva, que no trabajamos con el eje en la cotidianeidad, y que ahora en la web y las redes mantenemos la misma metodología.
La información inicial sobre los contagios no fue clara, y eso dio lugar a la especulación personal de cada uno. Cuando eso sucede, cuando existen demoras, cuando se plantean contradicciones, “la noticia deseada” que bien explica Miguel Wiñazki, ocupa el lugar de la verdad de los hechos.
¿Qué sería en este caso en particular la noticia deseada? Aquella que al no contar con los fundamentos necesarios en los cuales sustentarse se proyecta como certera. Desde el periodismo eso no puede suceder, aunque la sociedad haga uso pleno de esa potestad.
Esas interpretaciones se multiplican por las redes sociales, cada vecino las comparte, expone su angustia, su temor, su cuestionamiento, su hartazgo, su acompañamiento o su rechazo. Y el periodismo debe, en ese contexto, tratar de encauzar la información para darle sentido y certeza, y los elementos para poder hacerlo no abundaron, a diferencia de lo que ocurriera en el mes de marzo con los franceses. Pasaban los días y las dudas persistían.
La caza de brujas tratando de encontrar culpables servirá de catarsis emocional pero poco ayudará para atender el problema. En todo caso, deberíamos deslindar responsabilidades para poder entender que pasó, como pasó, cuales son las probables consecuencias, como las mitigamos, de qué forma cuidamos a nuestra gente y nos cuidamos cada uno de nosotros.
Si fue descuido o negligencia ya poco importa, no sirven de nada los tribunales populares, pero sí sería útil conocer cuál de las dos opciones generó esta situación para poder resolverla de la manera más apropiada, para corregir errores a futuro, porque hasta contar con una vacuna, estamos obligados a convivir con el Covid 19.
No solo tenemos que trabajar para vencer al virus, cada día y con mucho esfuerzo, se hace necesario iniciar una verdadera contienda contra la hipocresía. Debe ser personal, sincera, sin esquivar ningún aspecto, aunque nos duela.
No se puede afrontar esta pandemia desde las especulaciones políticas, midiendo el impacto favorable o perjudicial, presente o futuro, que esta situación proyecta sobre cada uno de los actores involucrados. Hay que despojarse de las miserias humanas que puedan invadirnos, seamos dirigentes, funcionarios, militantes, partidarios o ciudadanos de a pie.
Hay hechos: muchos casos de Covid 19. Conocer su origen debe servir para poder analizar las medidas a adoptar, para dar las respuestas a las personas infectadas, a su entorno familiar, a evitar nuevos contagios. Para analizar las consecuencias políticas habrá tiempo después, y si las cosas se hacen bien, no habrá nada que temer.
No se trata de un todos contra todos, sino de todos contra el virus, y debemos actuar con suma responsabilidad desde el lugar que nos toque.
Para ejemplo basta un botón, el último, el corolario de todo lo que hemos visto en las redes sociales, el escalón más bajo de nuestra decadencia como sociedad.
Es inadmisible, y por sobre todo ilegal, hacer circular una fotografía del pizarrón con los nombres de los casos activos en El Calafate. Constituye una bajeza mayúscula exponer a las personas que por Ley están protegidas en su derecho a la intimidad. ¿Qué se pretende con esa actitud? ¿Estigmatizar a quienes ya de por sí están sufriendo la angustia de atravesar la enfermedad? No encuentro por más que busco en mi mente, cuál sería el aspecto positivo y provechoso de esta viralización.
¿Es, cómo se pretende con los delincuentes, violadores, etc., que pedimos conocer sus caras para poder identificarlos, pero en este caso, para saber si estuvimos en riesgo de contagio? No era necesario, cada paciente infectado da la nómina de aquellos con los cuales tuvo contacto estrecho y desde el área de salud se comunican.
¿Estigmatizarlos como culpables del brote? Imposible determinarlo, pueden ser víctimas de una situación que se inició quien sabe dónde ni cuándo, porque a decir verdad, aún no está tan claro, al menos para mí.
La Ley 25326 en su artículo 5 señala: “El tratamiento de datos personales es ilícito cuando el titular no hubiere prestado su consentimiento libre, expreso e informado, el que deberá constar por escrito, o por otro medio que permita se le equipare, de acuerdo a las circunstancias”.
Cualquier persona que considere que su privacidad o sus datos personales están siendo afectados puede realizar una denuncia ante la Agencia de Acceso a la Información Pública.
Lo que sucedió fue un delito.
Con estas actitudes cada día que pasa nos hundimos un poco más como seres humanos presuntamente pensantes. No podemos permitir que alcancemos un alto grado de deterioro como comunidad, porque cuando todo esto pase, nos volveremos a encontrar en los negocios, en la escuela, en los gimnasios, en los boliches, y tenemos que poder hacerlo mirándonos a los ojos.
Tratemos de vencer al virus, pero hagamos el esfuerzo de hacer lo mismo con la hipocresía, porque si lo logramos, los resultados los podremos aplicar a todos los órdenes de nuestras vidas, y eso será sumamente gratificante.
Perdón por tanto silencio, no encontraba las palabras apropiadas. Tampoco sé si estas son las mejores, pero son las que fluyeron en esta reflexión sabatina.
Fernando Goyanes
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