Sin el menor de los respetos
El incumplimiento de los vecinos hace que los recolectores de residuos deban realizar tareas que no son de su incumbencia, pero a la que solidariamente se dedican.
Bajas temperaturas, lluvia, algo de viento, y los empleados municipales recogen con pala desperdicios domiciliarios alojados en el contenedor sin la correspondiente bolsa que los sujete a resguardo.
Parece que fue ayer que se multiplicaban los posteos en las redes sociales en los que se veía como los residuos se rociaban con lavandina bajo el lema del cuidado por el otro, antes de llevarlos a la calle, con cartitas adosadas en su exterior. Se acabó la fantasía.
El presente, este presente en una esquina cualquiera, o en muchas a la par, pone de manifiesto la falta de responsabilidad y solidaridad con los recolectores, con los vecinos, y con la ciudad en que vivimos.
De manera periódica el municipio mediante el trabajo de cuadrillas limpia los contenedores y su entorno, pero no pasan 24 horas que todo se transforma nuevamente en un basural.
Solo la desidia puede explicar porque esos recipientes se ven colmados de desperdicios sueltos, que van ocupando espacios y reducen la posibilidad de alojar nuevas bolsas, las que son depositadas sobre la tapa o simplemente dejadas en el piso.
Así pasan los días hasta que el recolector, pala en mano, vuelca el contenido de esas estructuras en el piso y gambeteando al viento antes que se los lleve quien sabe adónde, los comienza a cargar, sueltos, diseminados, sin envoltorio acorde, como se puede ver en la imagen, como se registra dentro de la caja del camión, .
Una tarea que es evitable, si cumplimos con las normas, si somos solidarios, si dejamos de transferir el problema a otros y nos hacemos cargo de un manejo responsable de nuestra propia basura.
No es tan difícil, solo es cuestión de algún día empezar a cambiar aquellos hábitos que no favorecen a la comunidad en la que vivimos, así como se dice que no hay que escupir al cielo porque puede caernos encima, dejar la basura de manera irresponsable hará que tarde o temprano, por efectos del clima o de los perros a los cuales tampoco manejamos acorde a las normativas, esos deshechos vuelvan a los frentes de nuestras casas.
A muchos seguramente no les importe demasiado porque traen esas cajas abiertas, paquetes y desperdicios en sus autos desde más lejos, y sus viviendas no pagarán las consecuencias de tamaño error.
Pero es injusto, muy injusto para los trabajadores que en cada recorrido se enfrentan a estas circunstancias, no se merecen nuestro destrato, no deben ser destinatarios de tal falta de respeto.
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