Volver a la peluquería

Volver a la peluquería

Sensaciones, pensamientos, acciones y repercusiones de un regreso esperado, en las vivencias  de Claudia de Romano-Zalazar.

Se podría afirmar que si hay una necesidad, preocupación o cuestión de interés hay un meme que lo refleja, y el tema de las peluquerías fue sin dudas uno de ellos.

Estos lugares de cuidado y embellecimiento constituyen un mundo que quizá el hombre está comenzando a conocer desde el auge de las barberías, donde ya no es solo ir a cortarse el pelo sino un punto de encuentro.

En eso las mujeres nos llevan la delantera, y prueba de ello fue el impacto que tuvo en las redes sociales el anuncio que esta semana se reabrirían sus puertas, y muy puntualmente el caso de Romano Zalazar, que en poco tiempo superó el centenar de comentarios de las clientas.

Motivados en semejante repercusión nos comunicamos con Claudia, para analizar como fue el aislamiento obligado y como imagina este reencuentro con sus clientas.

“Ya había empezado a tomar medidas antes del aislamiento total, atendía de a dos pese al enojo que se pudo generar, y de pronto cuarentena generalizada. Venía muy cansada, había pasado por el quirófano en febrero, pensé que el parate podía ayudar, pero no fue así”, comienza el diálogo con Carta Abierta.

A veces, lo que parece que será de una manera comienza a ser de otra, y uno se da cuenta de ello ante un disparador que nos pone de frente con la verdad.

“A la semana me acerco a la peluquería y tuve una sensación de tristeza profunda, la vi vacía, en silencio, no se puede explicar. Para distraerme empecé pintando los marcos de afuera, la puerta,  un día entramos con mi marido y me dice voy a pintar el techo, y ahí nos reencontramos con la pelu, no están ellas, pensé, pero vamos a trabajar para ellas. Y durante más de un mes nos dedicamos a eso y le dije a Juan cuando terminemos vas a ver que nos van a dejar abrir y fue así, terminamos el sábado y el lunes abrimos”.

Hubo contacto con la gente todo el tiempo, adultos mayores que había que sostener en su tristeza, jóvenes ansiosas, gente que pedía turnos a cuenta para cuando se pudiera.

“Romano Zalazar es más que una peluquería, es el amor hacia el otro, así soy yo y así es la gente que viene, somos una familia”, acota.

Las repercusiones en Facebook se acrecentaban, pese a que los posteos no son frecuentes, solo cuando algo atraviesa por dentro y hace falta dejarlo salir. ¿La sorprendió la reacción de sus clientas?

“No, la verdad que no. Lo miraba a cada rato porque me causaba una felicidad tan grande ver que había tanta respuesta, no soy de escribir demasiado, pero percibí que la gente necesitaba buena onda, la peluquería es eso, yo no tengo vida social afuera, este es mi punto de encuentro, de amistad, compartir, sociabilizar, es muy fuerte lo que pasa aquí, porque yo la amo, y le hace mucho bien a mucha gente”, acota.

Cuando todavía ni se encontraba en análisis la posible reapertura Claudia apareció en una fotografía con impermeable amarillo, barbijo y guantes anticipando los preparativos del retorno en clave de humor.

 “Las vi muy bajoneadas y y las quise divertir un rato, era un piloto amarillo que compramos cuando rompió el glaciar hace años, mis hijos eran pequeños, tratamos de tirar el ánimo para arriba y funcionó”, dice y ríe a carcajadas.

Desde los 15 años Claudia trabaja en este rubro y en el mes de junio cumplirá 57, se podría decir que toda la vida estuvo vinculada a la profesión. Sin lugar a dudas en todo este tiempo no habrá tenido los inconvenientes que se podrían presentar en este momento post cuarentena a la hora de armar la agenda.

“Era una situación muy compleja… ¿quién sería la primera? Yo no quiero herir a nadie o que piense que no me importa pero realmente me sorprendieron, muchas dijeron yo puedo esperar, otras solicitaron turno, tengo dos clientas que por cuestiones de salud hace seis meses que no pueden venir y cuando lo iban a hacer entramos en cuarentena, quizá debieran ser de las primeras”, reflexiona.

La tarea no será sencilla, luego de tantas semanas en cada cabeza habrá que empezar de cero.

“Es muy difícil, hace un mes y medio que no vienen y cada una va a llevar mucho tiempo, pero de a poco, con paciencia, se podrá avanzar. Sabemos que nos tenemos que portar bien porque la salud está en juego, todos tenemos que ser responsables, no hay que perder la conciencia y pensar que esto ya pasó porque nos dejan abrir, esto es una prueba y hay que cumplir los protocolos, ser pacientes, desinfectar después de cada turno, veremos cómo se dan las cosas en el día a día”, analiza con responsabilidad.

Se viene épocas de máscaras faciales, barbijos, alcohol en gel. Mantelitos de cuerina, sillas, caja y  teléfono en permanente desinfección, entrada con trapos mojados en lavandina, cubre zapatos comprados que llegarán pronto, todos los cuidados indispensables para una atención segura.

“Las clientas estarán con barbijo obligatorio y guantes, si no trae les proveeré un par, no habrá sala de espera, deberán permanecer quietas en su silla, no se concurrirá con niños, hasta tres podrían permanecer de manera simultánea pero si pueden ser dos mejor, en la pileta de lavado de cabeza será de una por vez, se lavarán y se desinfectarán todos los implementos, muebles y lugares  por donde haya movimiento, ya no se podrá salir a fumar, entre otros recaudos” concluye Claudia.

¿Cómo será el reencuentro? Ya habrá tiempo de preguntarlo, pero seguramente prevalecerá la alegría de volverse a ver, y la tristeza de no poder estrecharse en un gran abrazo. Los tiempos han cambiado, pero el afecto mutuo, no.