Perros Sueltos: El problema dejó de ser solo urbano
Lo que se ve en las fotografías es solo una parte de las decenas de ovejas atacadas y asesinadas durante el último fin de semana, muchas de ellas con un cordero en su vientre.
Quizá para muchos estas ovejas no enternezcan tanto como los perritos que habitualmente vemos en los muros de face que se extraviaron y por los que solicitan información, muchos de los cuales no regresarán a sus hogares porque se hicieron salvajes y en la actualidad causan daño en las estancias periféricas, y otros sin serlo tanto, causan problemas en la ciudad.
Como es su costumbre los perros persiguen ciclistas, peatones, motociclistas y demás "objetos" en movimiento que los atraen, algunos se alejan de la villa y en muchos casos ya no regresan por lo que deben adaptarse para sobrevivir, a costa, como en estos casos, de otros animales.
Uno de esos sitios donde hoy se percibe la incidencia de estos canes que dejaron de ser urbanos y simpáticos es en la Estancia Bon Accord, dedicada al turismo en múltiples variantes, pero sin dejar de lado la producción ovina.
Ahora fue el turno de los rebaños pero si se agudiza el problema las consecuencias podrían alcanzar también a los humanos, específicamente trabajadores del campo o visitantes, lo que ocasionaría un daño inconmensurable a la actividad fundamental de nuestro destino y obviamente a la sociedad, como ocurre en las calles de nuestro pueblo con varias personas lastimadas y una que perdió la vida.
Los dueños de los campos ya no saben que sistemas implementar para contrarrestar esta problemática. Han comprado cañones a gas que hacen estampidos, han adquirido perros pastores que viven con las ovejas y las cuidan, pero son inversiones que no alcanzan para revertir lo que acontece.
Las superficies de pastoreo son extensas, y con solo un puñado de canes cuidadores que rondan los tres mil dólares cada uno no es suficiente. En épocas como esta, donde las ovejas están por parir y se van alejando del piño para hacerlo tranquilas, es el momento justo en que se ven atacadas por estas jaurías.
¡No esperemos a que sea tarde y los perros empiecen a ahuyentar al Turismo! Los datos indican que la población canina supera a la humana en El Calafate, y se hace indispensable tomar medidas.
El estado tiene que afrontar la parte que le toca, pero la sociedad en su conjunto a su vez debe hacer lo que le corresponde.
Los límites de la tolerancia se están estirando en demasía, y cuando se rompan, los resultados no serán alentadores. Evitemos que haya quien quiera hacer justicia por mano propia (ya ha sucedido) y tengamos que lamentar daños irreparables.
Vivimos en sociedad, las que se regulan por normas, cumplirlas y hacerlas cumplir en su totalidad no parcialmente sería un buen comienzo.
Echarse la culpa unos a otros no es el camino apropiado, el no hacer nada (o lo insuficiente) tampoco.
Fernando Goyanes
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